Blockchain -la tecnología disruptiva de la que todo el mundo habla- se ve acompañada, desde su mismo origen y concepto, por una contradicción valorativa muy intensa. Por una parte, se nos está diciendo que trae consigo una eficiencia, seguridad y transparencia como hasta ahora no habíamos conocido y que va a ser la base de una nueva economía desintermediada mucho más eficiente y hasta de una nueva sociedad más equitativa y más humana; pero, por otra parte, por venir de la mano del fenómeno de las criptomonedas y de las herramientas criptográficas, se asocia a ideas de extrema opacidad, de evasión fiscal, de mercado negro, de la Dark o Deep Web y hasta directamente de delincuencia. Por otra parte, por su propia arquitectura o diseño, se afirma que blockchain es una tecnología muy segura, tamper-proof...