El proceso de objetivación y expansión del derecho mercantil, al que nos hemos referido en la lección precedente, va acompañado de la llamada revolución industrial: la producción en masa de artículos manufacturados cualifica económicamente la época moderna y constituye quizá el rasgo más característico. Esta evolución encuentra su instrumento jurídico en las instituciones del derecho mercantil y se traduce en un aumento de bienestar general que a menudo infravaloramos, olvidando todo lo que, a pesar de su innegable coste, el desarrollo industrial ha contribuido, en definitiva, al aumento para todos del nivel general de vida y a una mayor igualdad, atenuando diferencias antes bastante más acentuadas, poniéndose en relación, en definitiva, con un incremento de la riqueza, o con su mayor distribución. La máquina ha dotado al hombre, que ha sabido crearla y dominarla, de riqueza y libertad y ha permitido un aumento de bienestar y civilización que se ha traducido en disminución de la mortalidad, enfermedades, criminalidad; en la mayor difusión de la cultura; en costumbres y hábitos más democráticos.