El Real Cuerpo de Artillería de Marina tiene su origen en el espíritu y afán reformador que los Borbones introdujeron en España en todos los ámbitos de la Administración, incluido el militar. Además del Ejército, la Marina española experimentó una profunda renovación y transformación gracias al impulso de ministros como Andrés de Pez, José Patiño, el marqués de la Ensenada o Julián de Arriaga, entre otros. Precisamente la labor conjunta de los dos primeros dio lugar a la creación de varios de los Cuerpos hoy todavía existentes en la orgánica de nuestra Marina de Guerra: Cuerpo General, Cuerpo Administrativo, los Batallones de Marina o las Brigadas de Artillería de Marina.
Estas últimas fueron constituidas por primera vez en 1717, sufriendo en las primeras décadas de funcionamiento diversos problemas, derivados fundamentalmente de la falta de fondos monetarios, que lastraron de manera importante su desarrollo. Pero tras la aprobación de las Ordenanzas Generales de la Armada Naval de 1748, base legal fundamental para su adelanto, y ya en el último tercio del siglo con Francisco Javier Rovira al frente del Real Cuerpo en calidad de comisario general del mismo, su progreso fue notable en todos los aspectos: número de Brigadas, uniformidad, sueldos, etc.