Ya estamos hartos del personal de las sillitas, que se creen que la Semana Santa es ir de acampada, y de los niños estos de cristal que le ponen palo a la bola para pedir cera y no quemarse. ¡¿Dónde vamos a llegar con los móviles, que parece que en vez de misterios vamos a ver un concierto de la Beyoncé??! Y el personal sacando fotos de pasos en las Setas. Y qué son esos mamarrachos cubistas en el paño de la Verónica? Ese muñidor de la Mortaja, con sus campanas y sus patillas, ese sí que hace que la Semana Santa vuelva a ser pura otra vez...
El discurso seguía mientras los hermanos mayores de las cofradías de Sevilla escuchaban estupefactos en aquella cita tan misteriosa. Aquel hombre tenía un extraño poder de convicción, y todos le creyeron cuando anunció algo inconcebible e innegociable si la Semana Santa no volvía a ser lo que tenía que ser: «Morirán las flores, arderán las aguas, caerán las iglesias»...
Entretanto, al inspector Jiménez le huele mal todo lo que se ha montado en un naranjal de Valencina a la busca de un botín robado, mientras pasan más calor que un perro negro...