Contemplar las aves limpiando de prejuicios la mirada; dejarnos enseñar por ellas, permitir que nos sugieran otras formas de habitar y de hacer.
El vínculo de las aves con los territorios despierta desde hace siglos la curiosidad de los humanos. Quien observe con atención, cuidado y respeto a la diferencia descubrirá territorios que «dependen de ser cantados», de ser marcados mediante el sonido y mediante presencias que incluyen simulacros de incursiones y defensas que no sabemos bien cómo interpretar. Una proliferación de modos de ser «que multiplican los mundos», en palabras de nuestra admirada Despret, esta sorprendente filósofa belga que recorre nuestras formas de pensar el vínculo de las aves con el territorio de la mano de generaciones de etólogos, ornitólogos y pensadores, como Latour, Stengers, Haraway, Guattari o Deleuze. En la historia del pensamiento humano, la consideración del territorio nunca ha sido inocente y queda profundamente condicionada por concepciones sobre la propiedad, la escasez, las adjudicaciones de género. Concepciones que alimentan tanto como lastran el saber que generamos, pero que aquí se ralentizarán para prestar atención a las diferencias y lograr al fin multiplicar y enriquecer los mundos que habitamos....