Desde la última parte del siglo xx, la legislación sobre delitos sexuales, especialmente en Occidente, empezó a reflejar una sorprendente divergencia. Por un lado, la regulación jurídica se volvió significativamente más punitiva en su enfoque sobre la conducta sexual no consentida, como demuestra la importante ampliación de la definición de violación y de abuso sexual y la creación de nuevos delitos como la trata con fines sexuales, el grooming de menores de edad y la pornografía vengativa o revenge porn. Por otro lado, se ha vuelto notablemente más permisiva en el tratamiento de las conductas consentidas, una tendencia que puede observarse, por ejemplo, en la legalización o despenalización de la sodomía, el adulterio y la pornografía entre adultos. Este libro explora las implicaciones conceptuales y normativas de esta divergencia.
Se puede considerar como eje central del libro una pregunta ampliamente debatida: ¿Cómo debería un sistema liberal de derecho penal proteger adecuadamente a las personas en su derecho a no ser sometidas a ningún contacto sexual contra su voluntad, al tiempo que salvaguarda su derecho a participar en una conducta sexual (privada y consentida) en la que sí desean hacerlo? El libro desarrolla un marco para armonizar estos objetivos en el contexto de una amplia gama de delitos sexuales no consentidos, consentidos y aconsentidos (de ahí la naturaleza «unificada» de la teoría), que incluyen la violación y la agresión sexual en diversas formas, el acoso sexual, el voyerismo, las exhibiciones obscenas, el incesto, la agresión sadomasoquista, la prostitución, el bestialismo y la necrofilia. De una manera intelectualmente rigurosa, razonable y profundamente humana, Criminalizing Sex ofrece un debate fascinante sobre una amplia gama de enigmas morales y legales que surgen de casos reales que involucrarían una presunta mala conducta sexual. Esta discusión es aún más urgente en la era del #MeToo.