Una característica de la época posmoderna es la aparición de infinidad de nuevos derechos en prácticamente todos los ámbitos de la vida humana. La sola enunciación de éstos permite visualizar las dificultades, pues tras cada nuevo derecho suelen imponerse una o más obligaciones (o prestaciones) a cargo del Estado o del ciudadano común. O sea, se puede dar la paradoja de que mientras más derechos elabora nuestro mundo feliz, más tupida y detallada es la red de imposiciones que puede caer sobre el pobre mortal para aprisionar sus movimientos. Cada nuevo derecho que se crea posibilita la afección de otros derechos y libertades ajenas. Y no sólo. En la medida que los nuevos derechos se ofrecen con las dotes de los derechos fundamentales, tienen la sentida vocación de restringir el espacio del debate político o de lo que llaman deliberación (y elección) democrática.