A lo largo del prodigioso tiempo que se extiende entre 1898 y 1936, es decir, los mismos años de la vida de Federico García Lorca, pero también los que van de la publicación de Los tónicos de la voluntad de Santiago Ramón y Cajal al fallecimiento de Miguel de Unamuno, o del suicidio de Ángel Ganivet al abandono de España y salida al exilio de Juan Ramón Jiménez y de Clara Campoamor, se produjo la más asombrosa convergencia de generaciones de pensadores, científicos y creadores -las de 1898, 1914 y 1927- en una misma vida pública de la historia de España. El eje central de su accionar, por figuras como Rafael de Altamira y Santiago Ramón y Cajal calificado como "patriótico", fue España. Su compromiso con la refundación y modernización del país se materializó en el sistema constitucional, democrático y parlamentario de 1931. Pero su vitalidad, alegría y su caudal experiencial, y la lucidez y honestidad de sus análisis y de sus reflexiones, determinan que, como diría Manuel Azaña, el "tiempo moral" de esta generación no conozca límites.