La literatura es siempre el triunfo histórico de una ilegalidad política. En realidad, el éxito de cualquier obra se mide por su capacidad para enfrentarse al poder institucional ideológicamente legitimado. Y superarlo, instituyendo, sobre las ideas y prejuicios precedentes, criterios propios, originales y sobre todo convincentes.
Tras la publicación en 2017 de la primera edición de la Crítica de la razón literaria, surgió en el ámbito académico del Hispanismo y de los estudios literarios una corriente de interpretación de la literatura basada en los principios críticos y metodológicos de esta obra.
En menos de 4 años, la Crítica de la razón literaria ha sido objeto de 8 ediciones impresas, de múltiples debates académicos presenciales y telemáticos, y de numerosas polémicas, las cuales, lejos de silenciar la influencia de sus contenidos, han galvanizado tanto la repercusión de su originalidad metodológica como de sus posibles logros científicos. Es una obra que, de forma insólita, han conocido antes los estudiantes universitarios que sus propios profesores. Invirtiendo el procedimiento tradicional y esperable, los alumnos la han dado a conocer a sus docentes, directores de trabajos de fin de grado y de tesis doctorales, quienes se han actualizado a partir de lo que dos o tres generaciones anteriores a ellos han conocido de forma abierta, libre y gratuita, fuera de las aulas universitarias, en el desarrollo de la teoría literaria del siglo XXI. Insólito hecho, francamente.